Después de 15 años en el mundo corporativo de Londres ayudando a empresas globales y universidades a desarrollar habilidades para el futuro, me di cuenta de que el éxito a menudo llegaba a costa de la desconexión con mi cuerpo. El agotamiento y diferentes lesiones fisicas se convirtieron en mi llamada de atención.
Explorando tanto caminos occidentales como orientales — desde la terapia verbal hasta el Taoísmo y el Kundalini — descubrí cómo el cuerpo guarda lo que la mente no puede expresar. La meditación Mystic Rose de Osho me ayudó a liberar capas emocionales profundas y a aprender a servir como un canal neutro de energía para poder ayudar a otras personas que también viven demasiado en su cabeza.